La forma en que interactuamos con la tecnología está en plena transformación: las pantallas podrían dejar de ser el centro de la experiencia digital, dando paso a interfaces inteligentes, conversacionales y hasta invisibles. Así lo analizaron expertos en la sexta edición de The Future Uncovered, un evento dirigido a periodistas y líderes de opinión de Latinoamérica.

César Adán, especialista en experiencias digitales de NTT DATA, explicó que esta evolución se desarrolla en tres etapas. La primera ya es observable: los menús y formularios tradicionales están siendo reemplazados por interfaces más naturales y conversacionales. “Ya no se trata solo de hablarle a una IA y esperar que entienda, también podemos mostrarle una imagen o un video y es capaz de ampliar su contexto. Y lo relevante no es solo el canal, sino adaptar la interfaz a lo que necesita cada persona, en ese momento, en ese entorno”, señaló.

En el corto plazo, se espera que las interfaces fijas den lugar a “interfaces líquidas”, que se reconfiguran automáticamente según las necesidades del usuario. Además, comenzarán a consolidarse operaciones máquina a máquina, sin contacto directo con el usuario final, y se desarrollarán interfaces extendidas que integren realidades inmersivas.

A más largo plazo, se proyectan interfaces invisibles y wearables capaces de automatizar interacciones, junto con experiencias aumentadas en las que la información se integra al entorno cotidiano. Incluso se visualizan avances como holografías o instrucciones controladas mediante neurotransmisores.

Adán concluyó: “Estamos entrando en una era donde la tecnología no solo nos responde, sino que entiende, interpreta y actúa a nuestro lado. La IA, los wearables, la realidad extendida y las interfaces multimodales están dando paso a una nueva generación de experiencias más conversacionales, más contextuales y, cada vez más, invisibles”.

Los expertos advierten que la adopción de estas innovaciones será tanto tecnológica como social, impulsada por nuevas generaciones y tendencias culturales. Sin embargo, resaltan que la evolución traerá desafíos éticos, regulatorios y de privacidad que deberán abordarse a medida que estas experiencias se generalicen.